Así vivimos el Chocó
Fondo Colombia en Paz
Esta semana recorrimos el Chocó, nos reunimos con comunidades de corregimientos de Riosucio y del Carmen del Darién. Además del paisaje, de las bondades de su geografía y su gente, sus procesos organizativos y de liderazgo son realmente sorprendentes.
En el Antiguo Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación-AETCR, ubicado en el sector Brisas, que hace honor a los vientos refrescantes que recorren este paraíso, conocimos a Yarleidi Murillo, lideresa de San Andrés y gran oradora, durante un foro sobre la implementación del Acuerdo de Paz.
Durante 2 días, representantes del Fondo Multidonante de las Naciones Unidas – MPTF, (mecanismo tripartito compuesto por el Gobierno de Colombia, las Naciones Unidas y la cooperación internacional), en compañía de embajadores, autoridades locales, regionales, sociedad civil, comunidades campesinas, étnicas y firmantes de Paz, intercambiaron experiencias.
Fueron encuentros motivadores en el marco de la presentación del informe anual de resultados 2021 del MPTF, que reporta inversiones, para la implementación del Acuerdo de Paz, cercanas a los USD 200 millones. Chocó fue el epicentro por ser uno de los territorios prioritarios. Allí la inversión supera los USD 4.7 millones.
Así empezó este recorrido, con un almuerzo donde hablamos del territorio, de la reactivación económica que vive el corregimiento de Belén de Bajirá. Conocimos a los líderes que lo hacen posible, una pequeña parte de su historia, su resiliencia, su liderazgo, su amor y compromiso por el desarrollo de esta tierra.
Los jóvenes son la esperanza. Seguramente una frase trillada, pero en Belén, está frase lo es todo. Es la mayor expectativa. Por eso sus maestros lo dan todo para que sus pupilos aprovechen las oportunidades, se capaciten, salgan de su territorio a especializarse y vuelvan para convertirlo en una potencia.
Están seguros que en unos años, Chocó será el mayor motor de la economía en Colombia. Ya tienen una gran representación en el mercado con el plátano y están fortaleciendo el etnoturismo. “Acá tiramos una moneda al piso y crece oro. Esta tierra es altamente fértil. Tenemos todo para seguir atrayendo visitantes, comerciantes e inversión”, afirma Luis, uno de los profes del territorio.
En la noche, mientras el equipo del MPTF y el PNUD sirven la cena y atienden a los visitantes y locales, a lo largo de una mesa con sillas de madera, el mensaje parece repetirse, aun con actores diferentes: “el dinero en las manos de la comunidad y de la sociedad civil rinde. Nadie mejor que el territorio para identificar e implementar los proyectos que tendrán éxito”.
Al otro día, durante un conversatorio denominado: construyendo una paz que nos incluya a todos, personas en reincorporación, víctimas de la violencia y sociedad civil hablan de procesos de reconciliación, empoderamiento comunitario y reactivación económica.
Y en medio del escenario, a una temperatura promedio de 33 grados centígrados, en un quiosco de madera, ubicado en un segundo piso con balcón, las mujeres exhiben y venden sus emprendimientos. Bertha vende cocadas con mermelada, su mesa está rodeada de gente, todos quieren oírla y verla, pues tiene cierta magia que atrae, y un tono alegre que envuelve.
Frente a ella, otras mujeres empoderadas exhiben en fotos sus luchas, sus procesos, sus logros y por supuesto las propiedades de sus productos. Bordados, artesanías; productos de autoconsumo como frijol, huevos, materias primas; entre otros.
Ya son las 12:30 y el tiempo corre en contra. Aún falta recorrer los proyectos, por lo menos uno de estos, que representa un modelo integral y sostenible. En hojas de plátano se sirve el almuerzo: un arroz típico de la zona, al que algunos llaman: mixto porque trae de todo. Por supuesto, acompañado de agua de panela fría y ensalada, de la huerta a la mesa.
Media hora después, el clima es perfecto. Las lanchas están listas. Y el Carmen del Darién nos espera.
Recorremos el rio Curvaradó, pasamos algunas bocas del Atrato, el afluente más importante del departamento y el tercero del país hasta llegar a Carmen del Darién. Allí nos recibe doña Digna, muy elegante, con una sombrilla roja que cubre su piel del incandescente sol del mediodía. Camina erguida sobre una extensa placa huella, recientemente construida.
Esta es, sin lugar a dudas, una obra de gran impacto para el territorio. La comunidad está feliz. Los trabajadores, algunos de otros corregimientos, también se sienten satisfechos, porque afirman que se está generando empleo en la región y cada vez se abren más oportunidades para el desarrollo.
Digna, nos lleva a la tienda comunitaria. Otro emprendimiento de mujeres que se asocia con huertas caseras, producción de pollos de engorde, siembra de alevinos, gallinas ponedoras, elaboración de panes; y servicio de internet, entre otros. “Se hizo la apertura el 7 de junio y en las ventas tenemos $8.825.500 hasta 26 de junio de 2022”.
Son las 3 de la tarde, doña Digna se despide, no suelta su sombrilla. Se queda en su huerta, a la que ha denominado: la Bendición de Dios. Sonríe. Y antes de despedirse anota: “Estamos muy felices por estos proyectos que han llegado. Especialmente las gallinas, porque antes teníamos que comprar un huevo a $700 colombianos. Ahora nosotros los vendemos a un precio mucho menor”. Ahora sí se despide.